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Cuando el Presidente Trump ataca a la prensa…

Oct 24, 2018 | Noticias | 0 Comentarios

El 16 de agosto del 2018 más de 300 periódicos de los Estados Unidos se unieron al llamado del The Boston Globe para formar un frente común y rechazar las acusaciones del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de ser la prensa “el enemigo del pueblo”.

A fin del mismo mes, la policía estadounidense arrestó a Robert Chain, de 68 años, oriundo de California, quien habría realizado 14 llamadas amenazantes a los trabajadores del The Boston Globe, luego de que el diario hiciera esta convocatoria. Chain fue encontrado con 20 armas en su posesión y arrestado por el FBI por considerarlo un peligro para la comunidad.

Dean Obeidallah, columnista de The Daily Beast, remarcó que “cuando Trump ataca a los medios como el enemigo del pueblo, gente como Robert Chain le cree”.

El nivel de ataques del Presidente de los Estados Unidos en contra de la prensa ha convertido el día a día de los medios en un cuadrilátero: amparados en la libertad de expresión, la Primera Enmienda norteamericana, los periodistas se han mantenido firmes en sus posiciones de informar, mientras el Presidente no descansa en sus descalificaciones a los medios.

“Fake news”, deshonestos, gente terrible, industria agonizante, son apenas unos cuantos de los ataques verbales que repite el Mandatario americano casi a diario. Pero no ha sido la única forma de atentar en contra de la libertad de prensa: negar el acceso a la información a reporteros que cubren al Presidente ha sido noticia internacional. El pasado 16 de julio, Sam Husseini, reportero de The Nation y director del Instituto por la Precisión Pública, fue forzado a abandonar la sala donde Donald Trump y Vladimir Putin daban una rueda de prensa en Helsinki. 

La “desinvitación” del 25 de julio a la periodista de la cadena CNN Kaitlan Collins a una rueda de prensa, luego de que ella lanzara un par de preguntas que incomodaron al presidente Trump en un evento previo con acceso limitado a los medios causó el reclamo del gremio. La respuesta oficial de CNN fue clara y contundente: “Solo porque la Casa Blanca se incomodó con una pregunta relacionada a las noticias del día no significa que la pregunta no sea relevante y no deba de ser respondida. Esta decisión de vetar a un miembro de la prensa es de naturaleza retaliatoria y no es un indicativo de una prensa libre y abierta”.

La hostilidad en contra de la prensa fue la marca inaugural de la gestión Trump. El mismo día de la inauguración, ocho periodistas fueron detenidos mientras cubrían una protesta simultánea, enfrentaron la posibilidad de recibir condenas por 10 años y fianzas por hasta US$25.000 que luego fueron desestimadas.

En el 2008, el U.S. Freedom Tracker registró 12 periodistas atacados físicamente durante protestas, cinco periodistas asesinados, 10 accesos a fuentes de información negadas, 14 órdenes legales, cinco decomisos de equipos y cinco detenciones fronterizas a periodistas; y reporta que “los periodistas en los Estados Unidos enfrentan hostilidad de los gobiernos locales y federales, junto con amenazas legales en contra de ellos y sus fuentes.

Cuando los periodistas son obstruidos, también lo es el derecho del público a estar informado y a mantener el poder de exigir rendición de cuentas. Los Estados Unidos tienen una de las más fuertes protecciones legales a la libertad de expresión, y es un faro para la libertad de expresión en un mundo donde los periodistas son rutinariamente censurados, atacados o apresados por su trabajo. Pero el récord de los Estados Unidos es imperfecto, y los periodistas y defensores deben defender incansablemente la Primera Enmienda en las cortes, legislatura y en los medios. La constante vigilancia y un honesto recuento de la libertad de expresión son esenciales”.

FUNDAMEDIOS USA ha realizado llamados de atención por órdenes judiciales que obligan a los periodistas a presentarse en corte, entregar sus registros, testificar y poner en riesgo a sus fuentes. En junio, fiscales federales incautaron años de correos electrónicos y llamadas telefónicas a la reportera del diario The New York Times, Ali Watkins, en lo que fuera el primer atentado a la libertad de prensa de la administración Trump en cuanto a la privacidad de comunicaciones de un periodista. También ha reportado la intensificación de la aplicación de las políticas fronterizas que han tomado a periodistas hispanos como casos ejemplares mediante las detenciones por los servicios de migración y con riesgo de ser deportados a sus países donde sus vidas sufren amenazas reales por sus denuncias periodísticas, como el caso del mexicano Emilio Gutiérrez, el salvadoreño Manuel Durán, y el cubano Serafín Morán, todos en espera de resolución de asilo político y poder ejercer la libertad de prensa en los Estados Unidos.

Para Reporteros Sin Fronteras, Trump exacerba la libertad de prensa y ha rebajado dos sitiales a los Estados Unidos en su ranking de Libertad de Prensa 2018, pasando al puesto 45 de 178. En su informe reseña que la libertad de prensa ha estado bajo ataque en los últimos años y que el primer año de la presidencia de Donald Trump ha provocado que declinen los derechos de los periodistas; haciendo un recuento de las agresiones que incluyen las amenazas de revocar las licencias de ciertos medios, el riesgo de que las fuentes que filtren información a la prensa sean procesados bajo el Acto de Espionaje, y el registro a los periodistas y sus equipos en la frontera. “Pareciera que el efecto Trump solo ha amplificado el decepcionante clima de libertad de prensa que ha predado su presidencia”.

Los ataques presidenciales en contra de la prensa incidirían, como causa o efecto, en la percepción ciudadana de los medios de comunicación y la convierte en el desafío más grande a enfrentar. El estudio denominado ‘Visiones americanas: Confianza, Medios y Democracia’, publicado por la Knight Foundation en enero del 2018, advierte que ante el cambio en el panorama informativo, en el que la conectividad y las fuentes tecnológicas que producen tanto información como desinformación, la confianza en los medios en los Estados Unidos viene erosionándose, haciéndoles más difícil cumplir con sus responsabilidades democráticas de informar al público y hacer rendir cuentas a los líderes gubernamentales.

Gracias a una gran encuesta nacional de Gallup con 19.000 ciudadanos, se sabe que la mayoría de americanos cree que hoy en día es más complicado estar bien informado y determinar qué noticias son precisas. Cada vez más perciben que los medios están parcializados y luchan por identificar fuentes de información objetivas. Consideran que los medios juegan aún un papel crítico en la democracia, pero no están muy positivos en cómo están cumpliendo ese papel.

Más americanos tienen una visión negativa que positiva de los medios, piensan que la mayoría no hace un buen trabajo en separar hechos de opiniones, y no todos pueden nombrar una fuente noticiosa que reporte objetivamente.

A esto se suma que la ciudadanía americana ve con preocupación el fenómeno de la propagación de las “fake news”, consume información tanto de los medios tradicionales como de las redes sociales, aunque considera negativo su impacto. A pesar de que los cambios tecnológicos han afectado el ambiente mediático, estima positiva la presencia de nuevos medios, los noticieros prevalecen como las fuentes más populares de información y, junto con los periódicos, lideran la confianza del público, concluye el estudio.

Los desafíos que enfrenta la prensa norteamericana no son fáciles. Pero su mejor defensa será siempre su derecho a informar plasmado en la Primera Enmienda desde 1789, aunque el presidente de turno ponga en entredicho la finalidad de los medios de pedir cuentas a los servidores públicos.

El ataque al diario The Capital Gazzette en Annapolis, Maryland, fue perpetrado por Jarrod Warren Ramos, un ciudadano que reclamaba haber sido mencionado por el medio al reportar un caso público y se sentía perjudicado porque no se consideraba su versión de los hechos, a pesar de existir una sentencia que no le daba la razón. Su demanda por difamación en contra del periódico en 2012 había sido desestimada por un juez. En junio del 2018 irrumpió en la sala de redacción y asesinó a tiros a cinco trabajadores del diario.

La amenaza en contra de The Boston Globe debe levantar todas las alertas y reiterar la misión de la prensa en la sociedad americana. Como enfatizó el Syracuse New Times, ese jueves 16 de agosto en que los diarios americanos se unieron en una sola proclama contra los ataques desde el poder: «No somos el enemigo del pueblo. Somos el pueblo. No somos ‘fake news’. Somos las noticias y trabajamos duro día y noche para poder informar correctamente de los hechos».

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